Los cuervos

Los cuervos saben,
ven al mundo con ojos agudos,
desde lo alto y al ras del suelo.

Codician los objetos humanos,
los hurtan y esconden;
ellos saben lo que valen para nosotros
y lo que no valen para ellos.

Ellos siempre han estado observando,
desde antes que fuéramos lo que somos;
nos estudian, nos analizan, nos conocen,
sus ojos agudos penetran nuestra mente.

Entienden más de nosotros que nosotros mismos,
los cuervos saben lo que saben,
los cuervos saben lo que nosotros no sabemos.

Morpheus Amorfo

Fe ciega

Me gustaría tener la certeza que tú tienes,
que todo tuvo un principio
y que tendrá un fin;
que a las causas siguen sus efectos,
que todo pasa por una razón;
que no hay mal que por bien no venga,
que hay un Dios, un Ser Superior.

Me gustaría tener esa fe ciega, que me de paz
en toda tribulación,
pensar que al final habrá justicia
para cada hombre o cada nación;
pero lo único que tengo
es el torbellino de la duda
su impulso y su desazón.

Morpheus Amorfo

No hay primavera

No hay primavera para las flores marchitas; para las flores mancilladas por el hocico de los cerdos; destrozadas por sus patas; arrancadas de la tierra antes de dar fruto por el inconciente animal, para quien la primavera tampoco llegará aunque se deleite en los sabores y olores de perfumes que ya no poseerá.

Morpheus Amorfo

Corazón dividido

Aurícula izquierda,
Ventrículo derecho,
Aurícula derecha,
Ventrículo izquierdo.

Así es el corazón,
tiene divisiones,
son como cajones,
en cada uno,
distintos amores.

Amores intoxicantes,
que deseamos,
pero no tenemos,
y si logramos,
ya no queremos.

Amores reconfortantes,
que tenemos,
pero no deseamos,
y dejarlos,
ya no podemos.

Amores nuevos
que no conocemos,
y ni siquiera sabemos
que padecemos.

Amores viejos,
que son añejos,
y a veces olvidamos,
que aún tenemos.

Morpheus Amorfo



Cuando muera

Cuando muera,
has con mi cuerpo como quieras;
incinéralo, destázalo o entiérralo;
guárdalo en una urna, en un relicario o un cajón;
arrójalo al río, al viento o las hienas,
o has con él, como que quieras;
incluso, puedes traer un sacerdote o un pastor;
celebrar misa de réquiem solemne si te place
o si prefieres llevarlo directo y sin escalas al panteón.

Sí, cuando muera,
has con mi cuerpo cómo quieras,
¿no ves que ya no moro en él?
y hónrame cómo dicte tu corazón,
¿no ves que las ceremonias no son para los muertos,
si no para los vivos que quedan después de él?
Lo que a tu corazón reconforte y plazca,
al mío también lo hará,
pues si acaso algo de mi queda,
quedará unido a él.

Morpheus Amorfo

Enjambre

Nadie sabe de dónde vinieron. Llegaron por miles viajando a través de las tuberías de agua, como un enjambre. Apenas se les distinguía, sin embargo su presencia era evidente por dolorosa. Se encarnaban en la piel, se introducían por todos los orificios corporales; irritando, desgarrando, alimentándose. Seguían los caminos húmedos, llegaban a meterse por la uretra y viajar hasta la vejiga, los riñones y finalmente… la sangre. La sangre es lo que buscaban con más avidez, al parecer era su alimento favorito. La víctima desahuciada no podía más que en medio de aquel terrible sufrimiento esperar la muerte o más bien, desearla. Desearla con el mismo furor y vehemencia con que ellos deseaban la sangre, la carne y la vida de su desdichada presa. Vida que tomaban poco a poco tomándose su tiempo, con la paciencia de quien sabe que ha ganado, que es invencible o inconsciente de su propia existencia como una máquina sin propósito o con el despropósito de causar el mayor dolor posible durante el mayor tiempo posible. Así como llegaron se fueron, nadie sabe a dónde.

Morpheus Amorfo