Existencia

¿Cómo sabemos que algo existe? ¿Existir es lo mismo que ser real? Comúnmente consideramos que algo existe cuando tiene un realidad objetiva; es decir, tiene substancia, es material y lo podemos percibir con nuestros sentidos. En esta categoría caerían los objetos y sujetos que nos rodean, ¿pero qué podemos decir de las ideas o entidades abstractas? ¿Son reales, existen? Desde esta perspectiva nos enfrentamos a dos tipos de existencia o realidades: la objetiva y la subjetiva, sin embargo la línea que las divide, en ocasiones es muy tenue o difusa. En cierta forma la existencia objetiva también es subjetiva, pues habita como percepción en la mente de los individuos que la observan y la existencia subjetiva muchas veces es objetiva por los efectos significativos que tiene en el mundo concreto. En este sentido podemos entonces pensar en niveles de existencia; algo existirá en la medida de los efectos que tenga en la realidad objetiva del mundo. Bajo esta perspectiva podemos revisar el problema de Dios y concluir que si bien no existe de forma objetiva o al menos no hay evidencia de ello, Dios existe en tanto idea, cuanto y más por la influencia que esta idea ha tenido y tiene en las personas de forma individual y sobre todo colectiva; en su comportamiento y decisiones y por consecuencia en el mundo.

Al Mustafkir

El problema de Dios


Es ineludible para quien reflexiona sobre la existencia, el hacerlo sobre la de Dios, después de todo esta idea ha sido una de las más influyentes en la historia de la humanidad, ya que la noción de lo trascendente y sobrenatural en sus múltiples variantes fue uno de los factores que impulsó a los reducidos grupos humanos primitivos a reunirse en sociedades más complejas formando civilizaciones e imperios propiciando así, el progreso humano. Esta idea, posiblemente innata, que en un inicio se manifestaba en la divinización de los fenómenos naturales, incomprensibles para el hombre de ese tiempo, evolucionó a la concepción más común, monoteísta y antropomórfica de las religiones judeocristianas actuales. Los religiosos o creyentes más dogmáticos considerarán el cuestionamiento, si no blasfemo o pecaminoso, tal vez innecesario, pues la respuesta es obvia; por su parte, los ateos también considerarán la pregunta como algo banal, la respuesta es obvia; en cambio, los escépticos se preguntarán ¿y cómo saben? y los agnósticos dirán que no es posible saber o quizá no le den mucha importancia. Y este es precisamente, el problema de Dios, el Incognoscible, el Indemostrable, quizá… el Inexistente.

Al Mustafkir